Muchas veces, en estos últimos años, hemos
resaltado y traído de nuevo a la vida las doradas páginas que escribieron los Fiat
600 TS, en la historia próxima de nuestro zonal santafesino.
Con duelos épicos, carreras con más de 40
autos en pista y que eran televisadas en directo a todo el país o realizaciones
fronteras afuera de la Argentina, como la hecha en Mercedes (ROU); cuando la
integración a través del Mercosur era más un papel diplomático que una realidad
tangible. Dentro de todos esos matices que ofrecieron los 600 TS en la década
del 80 y hasta principios de los ´90, se destacaron muchas veces pilotos del
centro-norte provincial, en especial aquellos que venían de San Justo, el
portón del norte santafesino.
Cómo olvidarnos de Edgardo Ageno, Agustín
Grass o Rubén “Pata” Trenaghi, verdaderos baluartes junto a Daniel Cipolat,
Raúl Tschopp o Sergio Cerutti. Con 5 campeonatos ganados por Grass, 2 por
Trenaghi y un subcampeonato de Ageno, los sanjustino y los lectores se merecían
que juntemos a estos tres volantes, en una charla que surgió por iniciativa de
Aldo Colcerniani y que se concretó en la casa de Edgardo Ageno. Donde sobraron
y nos desbordaron las anécdotas a través de una charla rica en recuerdos, en
esta inédita entrevista múltiple a los “Tres Mosqueteros” de San Justo.
Hombres & Máquinas: -¿Cuál de los tres
empezó primero en el Fiat 600 TS?
Edgardo Ageno: -Maní… porque yo mojé en el
´79 y después no más (risas).
Rubén “Pata” Trenaghi: -Él empezó a fines
del ´77 con el auto de la “gringa” Benzieti
Agustín “Maní” Grass: -En esa temporada
corrí con Guido Matiller…
Aldo Colcerniani: -Estaban corriendo
Eligio (Bonetti), Abel (Widder), Cachilo (Pfening), Ricardo Broda con la
“vaquita”, Pancho (Questo), Volken (Rubén), Rocchia, Jozami (Mario), Sergio
Lifschitz, el “gringo Tschopp, y ahí irrumpieron ustedes… ¡Qué época por
favor!!!
EA: -Yo comencé en el ´78 y fui subcampeón
en 1979.
RT: -En mi caso lo hice por vez primera en
1979…
EA: -Yo me enganché con la categoría
yéndolo a ver a “Maní”, porque me gustó la categoría cuando vino a correr a San
Justo.
RT: -Eso llevó a que se engancharan tres
más de San justo, después de nuestras primeras carreras. Aunque los que más
corrimos del pueblo fuimos nosotros tres…
EA: -No te quiero mentir, pero después de
ese comienzo corrí hasta el 86 o un poco más en la categoría, casi 9 años por
lo menos…
AC: -¿Vos estuviste más tiempo?
RT: -Sí, fui el último guerrillero… (risas)
H&M: -A la luz del tiempo que pasó, ¿cómo
analizan esa época del Fiat 600 TS?
RT: -Nuestro tiempo era más competitivo.
Mirá, el otro día escuchaba por radio los registros que hacen ahora en San
Jorge -1:34 min- , cuando en nuestra época, el que hacía 1:32 ó 1:33 estaba
décimo, es decir que girábamos más rápidos hace 20 años que ahora.
EA: -¿Cuántas RPM te marcaba a vos el
cuentavueltas en Rafaela?
AG: -En tercera marcha tirábamos 8500
vueltas tranquilos, sin hacer la chicana y con el curvón a pleno, con gomas
FANECO. Es decir más de 190 kph.
H&M: -Ustedes estuvieron en una época
de transición y crecimiento del 600, donde pasaron de las gomas finas y jaulas
abulonadas a las estructuras más rígidas y gomas de carrera. ¿Cómo fue ese
cambio y cómo se hacían sus autos?
AG: -Yo me hacía los motores con elementos
de Balestrini, porque Rafael me había agarrado cariño supongo. Él me decía que
me daba lo mejor… como todos los preparadores.
EA: -El auto de Maní andaba fuerte… Nosotros
nos hacíamos el 600 en una peña con “Pata” (Trenaghi).
RT: -Mi motor lo armaba un muchacho de Crespo
en los años 80 y 81. Pero no iba ni para atrás ni para adelante, porque no
tenía nada de experiencia. Hasta que fuimos a correr una carrera nocturna en
Sastre, donde salí cuarto por detrás de tres autos motorizados por Cachilo, por
lo que en el 82 me fui de Pfening, que era el que andaba. Luego de la carrera
arreglé condiciones con Jorge para que me hiciera el motor, porque estaba
podrido de renegar y gastar… (risas). En la segunda del ´82 gané en Las
Parejas, con motor de Pfening, cuando se corrió por el fondo patriótico de
Malvinas.
EA: -Mi mecánico fue Cachito Bovero, que
hasta llegó a armar el primer banco de pruebas en la zona, porque en San Justo
no había otro en esos días. Lamentablemente, él quedó electrocutado cuando lo
estaba montando, porque no le llegaban las pinzas al cargador de la batería.
Después también estuve de Cachilo y luego abandonamos la actividad. El tema es
que uno siempre arranca con un grupo muy lindo y unido, pero con el tiempo todos
se van casando y empiezan con otras prioridades. Por lo que terminás yendo a
las carreras con cuatro o cinco personas.
RT: -Cuando andabas bien, iban a las
carreras aquellos que hacían méritos en la semana laburando de lunes a viernes sobre los autos, trabajando
sobre el auto. Porque las cuatro obleas que nos daban para boxes no alcanzaban.
H&M: -En materia de chasis,
¿trabajaban ustedes nomás sobre los mismos?
RT: -Al principio sí, porque estaba todo
abulonado. Yo le había comprado el auto a “Pitino” García, hecho y le hacíamos
sólo el motor. Aunque el segundo que construimos me lo hizo el “Cholito”
Lheritier, pero renegamos un año y después me lo acomodó este “pibe”
Piaggentini. Después me salió una buena oferta para dejar, a comienzos del ´93
y no lo dudé (Risas).
H&M: -Al ser todos de San Justo, ¿cómo
era la rivalidad entre ustedes y cómo hacían para conseguir apoyo?
EA: -Siempre fue más a pulmón que otra
cosa, pero había gente que apoyaba.
AG: -Pero nos daban apoyo a todos…
EA: -La gente no se dividía porque nos
seguían a todos, fijate que Rubén y yo compartíamos la peña “El avestruz”.
Además había un grupo grande de gente que organizaba las carreras en San Justo
y que estaba cerca del automovilismo.
H&M: -¿Qué carrera recuerdan
particularmente, de esa época dorada de los 600?
RT: -La carrera de Mercedes (R.O.U.),
porque fuimos la primera categoría zonal que salió del país para disputar una
fecha, gracias a Don Aldo (Colcerniani). Fue una experiencia hermosa y el
circuito era muy pintoresco…
AG: -Para mí fueron todas lindas, porque
si había 15 carreras en un año, corríamos 16. No nos perdíamos ninguna (risas).
También porque cada club que organizaba una carrera tenía una amabilidad en la
atención y en el trato, como el caso de San Jorge.
EA: -En mi caso corrí hasta hace poco, si
contamos la competencia 400 con invitados, que disputé por la gentileza de
Carlos Ortlieb y de Guillermo Melis. que hizo la gestión. Porque ya hacía como
10 ó 15 años que no me subía a un auto de carrera. Estuvo lindo, porque llegué
a estar séptimo en mi parte… Calculá que fue la primera vez que me puse un buzo
antiflama, porque en nuestros días corríamos con remera y pantalones, nunca
llegué a comprarme un buzo y para correr con Ortlieb usé el antiflama de Rubén
Volken.
De aquella época pasada me gustó haber
ganado en San Carlos, por la rivalidad que había con el gringo (Tschopp). Pero
lo que más me encantó de esa transición es que nosotros comenzamos corriendo en
tierra, pero cuando hicimos las primeras en asfalto me dejó de gustar la tierra
(risas). La tierra te limitaba, amén que estuvieran bien preparados los pisos,
porque se barría y te dejaba una sola huella.
H&M: -¿Hasta dónde llegaba la
rivalidad con los sancarlinos motorizados por Perren?
EA: -Con el “Gringo Tschopp nos hemos
seguido viendo muchas veces y charlábamos de esos tiempos, era una rivalidad
amistosa. Con el falco Volken también, porque es un tipo muy sano.
RT: -Abajo del auto eramos todos amigos,
el tema estaba en que arriba queríamos ganar…
AC: -Salvo “Maní” y Zenklussen…
AG: -Y sí… Salvo aquella carrera en
Rafaela cuando al salir del mixto él cortó derecho y me agarró al medio.
AC: -Cuando te quedaste de a pie, te
bajaste del 600 y cuando pasó Abelardo le tiraste el casco al parabrisa… (risas)
AG: -Me dieron un año de suspensión por
esa actitud, estando Américo Savio de presidente de la Regional y el “Negro”
Risso de Comisario Deportivo.
EA: -Creo que Abelardo era el que rompía
los códigos, a mí me tumbó en San Jorge y me pegó mal…
RT: -Aunque a veces lo hacía más de bruto
que de otra cosa, se ponía muy nervioso y se transformaba…
AC: -Cuando volviste, todos hablaban de la
pica Grass-Zenklussen. Hasta que un día, en los boxes del callejero Betty se
propuso sacarles una foto a los dos juntos. Yo le dije que no la iban a pelar…
pero en eso Betty era muy especial y ninguno se negó.
AG: -Una vez también pasó algo similar acá
en San Justo, cuando él me chocó de atrás un sábado y lo vio toda la gente del
pueblo. ¡Para qué!… Él dijo que no pudo frenar pero, bueno…
H&M: -¿Cómo era correr en el viejo
callejero de Santa Fe con los 600?
AG: -Yo llegué a correr una sola vez en el
circuito del Parque Belgrano.
RT: -Estuve en el 85 y 86, donde gané la
primera edición con un motor nuevo que me hacía hecho Pfening.
EA: -En mi caso particular, hice una sola
carrera con un motor de “Pata”. Había dejado la actividad durante año y medio,
pero volví para darle una mano en la lucha por el campeonato con Tschopp y meter
un auto más entre medio (risas).
RT: -Aunque la jugada nos salió mal,
porque corté un palier en la largada…
EA: -Recuerdo que venía segundo y también
corté palier, se ve que me gustaba eso de romper palieres (risas).
H&M: -Les propongo un ejercicio, que
cada uno me diga una cualidad conductiva del otro…
RT: -(A Ageno) Que no me podías pasar en
Las Parejas, cuando doblamos enganchados por las gomas, ¿vos no te acordás?
(Risas)
EA: -No… no me acuerdo (risas), a mí se me
borraron muchas cosas y datos de carreras y fechas.
AG: -Yo hice como un quiebre, donde no fui
más a ninguna carrera. Porque tenía dos caminos posibles, o dejaba o me iba a
una categoría superior. No podía seguir corriendo en 600, según lo que me
habían dicho, por haber salido cinco años seguidos campeón. Dejar no fue fácil,
porque ésto es como aquel que timbea o tiene
otro vicio. Entonces me fui al río, me hice un rancho y no aparecí nunca
más por una carrera, porque sino no podría haber dejado. Llegábamos a los
circuitos y teníamos que pelear, porque nunca nos quisieron. Muchas veces me
revisaban el auto hasta las 3 de la mañana de un lunes… La bronca pasaba porque
éramos del norte e íbamos a sus circuitos y les ganábamos. Me desarmaban el 600
en varios pedazos y eso me terminó cansando.
RT: -Pero algún perrito tenías…
AG: -Nooo, no para nada… Trabajábamos bien
en la leva –que es el corazón del motor- y cubicábamos bien los cilindros y
listo. Todo eso lo hacía yo y me tomaba mi tiempo para armarlo, según lo que me
indicaba Balestrini y también que no le pijoteaba nada. En mi casa me dedicaba
al auto de carrera full-time, como viajar a Buenos Aires con el motor y entonces
mi hermano atendía el taller de calle.
EA: -Es la suma de todas las pequeñas
cosas lo que hace a la performance del
auto… Maní” era muy meticuloso y tenía la virtud de ser buen picador. Cuando
salía adelante no lo pasabas y no hacía trompos. Ellos dos sabían correr
campeonatos y yo sabía correr carreras, era medio que iba a todo o nada… De
toda esa camada nuestra, el que mejor hizo campaña fue el “Chaira”, que llegó
hasta al TC. Sabía mucho de alineación.
RT: -Pero después también hay que saber
manejar el auto, porque muchos tenían buenos fierros y estaban de quinto a
sexto para atrás. Conductivamente, creo que lo más destacable de Edgardo era su
velocidad -cuando no hacía macanas-, porque si se pasaba de revoluciones se iba
afuera (risas). Mientras que Agustín era prolijo y si salía adelante no lo
pasabas ni a palos… Era más o menos mañoso…
Me acuerdo que un día habíamos ido a
correr a Ceres, donde se había formado un tren con nosotros y el “Chaira” Redolfi,
que motivó el enojo de éste con Cachilo porque no tenía motor para pasarnos. Doblando
nos chocaba pero acelerando lo comíamos…
Firmado por MARCELO ECHAYRE
Publicado en H&M 158